Violencia filio-parental (VFP)

LA VIOLENCIA FILIO-PARENTAL (VFP)

Lagresion filioperentalas memorias judiciales de los últimos años recogen un notable aumento de las denuncias de padres agredidos por sus hijos.

Este fenómeno no se trata de un proceso extraño: lo mismo ocurrió con los otros tipos de violencia intrafamiliar. Tanto el maltrato infantil como el conyugal son situaciones ancladas, desde hace muchos años, en el seno de la familia.

Sólo su definición como inadecuados y dañinos, así como el esfuerzo por sacarlos a la luz modificó la visión fragmentada que se tenía sobre ellos, favoreciendo la emergencia social de un problema oculto.

De la misma manera, la VFP permanecía encubierta como uno más de los conflictos que presentaba una familia con otras disfuncionalidades.

Pero otro factor ha sido decisivo para esta “aparición repentina” de la VFP: la emergencia de un “nuevo” perfil de violencia, localizada en familias aparentemente “normalizadas”, ejercida por hijos que no presentaban previamente problemas, y que son los responsables de este espectacular incremento de las denuncias judiciales.

Lo más frecuente es que la víctima se encuentre en una posición de dependencia del agresor (como son mujeres, niños y ancianos). Sin embargo, en la violencia filio-parental esa idea se invierte (el agresor es un niño, púber o adolescente que no sobrepasa los 18 años y que depende íntegramente de sus víctimas). Es más, la víctima “es el sujeto jurídicamente obligado a las labores de cuidado y educación de su mismo agresor”. Es decir, la víctima está civilmente obligada a convivir con su maltratador hasta que éste obtenga la mayoría de edad, hecho que incrementa la desprotección de ella.

Traspaso de lo familiar del espacio privado al público y a una creciente judicialización de las relaciones paterno- filiales.

Definición violencia Filio-Parental
“Conjunto de conductas reiteradas de agresiones física (golpes, empujones, arrojar objetos), verbal (insultos repetidos, amenazas) o no verbal (gestos amenazadores, ruptura de objetos apreciados) dirigida a los padres o a los adultos que ocupan su lugar “
Se incluyen las 
amenazas y los insultos, ya sean realizados a través de gestos o verbalizaciones, las agresiones físicas, de cualquier tipo, o la ruptura consciente de objetos apreciados por el agredido.

La violencia en su contexto
La conducta violenta es SIEMPRE SINTOMÁTICA:
El paso al acto aparecerá para el adolescente como una forma de resolver de forma patológica sus temores, sus necesidades no encontradas y la expresión de una identidad por definirse.

Intervención Terapéutica: Sistémica-relacional

Es imprescindible la inclusión del abordaje relacional en este tipo de problemática que considere, dentro de sus objetivos principales la modificación de la dinámica familiar; ya que si el tratamiento se ciñe sólo a la desaparición de la conducta violenta –objetivo, por supuesto, primordial- es más probable su continuidad y posterior agravamiento.

Dirigida a todos los miembros de la familia, propondrá objetivos específicos, dirigidos a generar cambios en el funcionamiento familiar que hagan innecesaria la conducta violenta y a mejorar el clima familiar muy deteriorado por la violencia presente en las relaciones familiares.

Es imprescindible la toma de conciencia por parte de los padres sobre sus propios derechos, ya que en muchas ocasiones llegan al punto de estar desorientados sobre lo que es aceptable o inaceptable en las relaciones familiares.

Combatir tanto la minimización de la conducta violenta como la utilización de ésta, como forma de afrontamiento de los conflictos.

En relación al joven, la intervención terapéutica le ayudará a: identificar las experiencias internas (emociones, cogniciones) que favorecen el surgimiento o desarrollo de conductas agresivas, a reconocer la ira para anticipar las situaciones de agresión y explorar las áreas de sufrimiento que subyacen a la agresión.

Los progenitores maltratados tienen serias dificultades para aceptar abiertamente que su hijo se comporta agresivamente con ellos y niegan el problema, o bien si lo admiten lo mantienen en secreto, perpetuándose el maltrato.
Son reticentes a comunicar su situación desesperante porque tienen verdadero miedo a que ello produzca futuros y más graves incidentes de violencia en el hogar, y temen ser culpabilizados y tildados de haber sido unos malos padres.

 

 

Lecturas recomendadas:
– Programa: Resistencia no violenta de H. Omer
-“ Psicoterapia de la violencia filio-parental”. R. Pereira.

Isabel Velázquez Velázquez
Psicóloga Especialista en Psicología Clínica y Terapeuta Familiar Sistémico-Relacional.
Col. 7588

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